lunes, octubre 02, 2006

así seguimos...con jorge amado


pp 25-27

"...En mi infancia y adolescencia, las casas de mujeres, en villas y poblados, en pequeñas ciudades, en las laderas de Bahía, significaban calor, agasajo y alegría.En cierto modo en ellas crecí y me eduqué,son parte fundamental de mis universidades.
Nada tenían de prostíbulo, palabra pesada y torpe que no sirve para designar interiores tan familiares y sencillos donde rocé los límites extremos de la miseria y de la grandeza del ser humano.
En el cacahual a la hora del baño, Marocas, solterona, devota y carente, examinaba ansiosa el sexo del chiquillo, rozaba con él su rostro. Ella fue primero quien me masturbó. En las casas de mancebía, cuando Argemiro y Honorio entregaban el niño a los cuidados de las pupilas, ninguna de ellas, jamás, tuvo un gesto o un anhelo que no fuese puro y maternal.
Perdidas, así las llamaban, desecho de la humanidad. Para mi, al principio, fueron maternales; después amigas fraternas, tímidas y ardientes enamoradas. Calentaron mis sueños, protegieron mi esperanza indócil, me dieron la medida de la resistencia al dolor y a la soledad, me alimentaron de poesía.
Despojadas de todos los derechos,repudiadas por todos,perseguidas,engañadas,degradadas, poseían inmensas reservas de ternura, inconmunsurable capacidad de amor.
¿Qué otra cosa he sido yo que un novelista de putas y vagabundos? Si alguna belleza hay en lo que he escrito, procede de esos desposeídos, de esas mujeres marcadas con hierro al rojo, de los que están en los linderos de la muerte, en el último escalón del abandono. En la literatura y en la vida, me siento cada vez más distante de los héroes y de los líderes y más próximo a aquellos a quienes todos los regímenes políticos y todas las sociedades desprecian, repelen y condenan.

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